23.8.05

solidaridad

Una vez en el bosque la conciencia reñía con la inteligencia sobre qué hacer con un terrible dilema de un ser que al final terminaría en desgracia. La inteligencia quería haber aplicado la lógica para convencer a la conciencia: sólo si el individuo hacía eso se mantendría a salvo. Y pediría ayuda a la mayor de todas las aliadas que se pueden tener, la fuerza. Pero la conciencia se había obcecado en su razonamiento de vida: andar limpia de mancha ante y sobre los demás, y no dudó un instante en recurrir al miedo para contrarrestar a la fuerza, consiguiéndolo, y además a la compasión, y además también a la novata solidaridad. Y así fue cómo la liebre se apareció de entre las ramas ante el lobo quedándose quieta y siendo abatida por este mientras el cervatillo corría a salvo.
Sed solidarios.

20.8.05

el cielo

A veces miramos el cielo y vemos lo que vemos, su inefable azul cargado de vida, su vespertina capa grisácea y su lado oscuro al caer la noche. Y algunos de nosotros ven algo más. Las religiones desde el inicio de nuestras vidas nos enseñan a acordarnos de algo divino mirándolo, incluso estando en lugar cerrado por la techumbre hay quienes alzan la vista hacia lo alto, hasta hay quienes levantan el culo. Supondremos que todo esto se hace por la creencia en la existencia de algún dios que al parecer tiene o tuvo morada en el alto mundo. No en vano se dice que en el reino de los cielos tralará tralará, luego hay un reino, hipotético, claro. De él habría venido el hijo de dios, según la tradición cristiana, y se habría asentado entre nosotros como sumo benefactor; para que nos entendamos, habría sido una labor de ONG por lo menos, pero más transparente seguro. Hasta ahí lo que sabemos que parece atestiguado sobre esta tradición, después un guirigay de novela de mil padres, en la que incluimos los textos apócrifos tan denostados por el interés -como todo-, que nos relata miles de cosas y ese sendero cargado de altibajos en la historia de su existencia como empresa vitalicia que ha sabido proseguir y ganarse a los fieles de una forma envidiable. Pues bien, de más o menos igual forma el resto de religiones han sabido prosperar con publicidad, comecocos y torturas particulares, según sus épocas, y todas ellas tienen repetidos personajes, historias y lo que es más importante y de interés ahora, una base común: y esta base, que es de lo que estamos hablando aunque me haya ido por las ramas, es el cielo en su sentido divino, porque todo ello proviene de allí.
De igual forma que los humanos han sabido utilizar para su potencial una maravilla impactante de la naturaleza como es el cielo, quizá otros seres de afuera han podido utilizarla también. Démonos cuenta de que el cielo que se abre sobre nuestros ojos es una puerta infinita hacia otros lugares insospechados. A través de esta puerta podríamos cruzar el umbral del planeta, de la galaxia y qué sé yo. Y de la misma manera otros seres que hayan poblado otros mundos han podido o pueden hacer lo mismo. Y quizá estos seres sean o hayan sido dioses, y nunca la desfachatez de hijos de dioses, porque el hecho de que hace dos mil años se pudiera pensar que fueran hijos de dioses es absurdo. Para las gentes de aquella época todo eso sería hazaña de dioses, ni más ni menos, lo que pasa es que hubo una panda de listos que idearon tamaña tontería para dejar libre el pensamiento de las personas sobre un dios sobrenatural, inalterado y por supuesto nunca visto. Todos verían a su hijo, fiel reflejo de él en este planeta, pero nunca a él, ya se encargarían varias generaciones venideras de conservar el espíritu de lo divino y la memoria falsa de su hijo, de la que no vamos a hablar porque trae también cuerda y quizá otro día digamos algo.
Es posible que haya dioses entre nosotros, seres como nosotros que hayan cruzado la puerta y estén aquí, y también es posible que seres más avanzados que nosotros estén llegando continuamente para observarnos, y si llegan han de ser más avanzados que nosotros por haber inventado maquinaria más perfecta y capaz de viajar de esa forma. Es posible incluso que esa puerta no haya sido franqueada nunca y el viaje yanqui a la luna haya sido rodado en Islandia, es posible que los dioses que han visto algunas personas sean extraterrestres, y es posible que todo en el fondo sea un mecanismo de control.
De todos los animales que pueblan este planeta el ser humano es el único que es capaz de destruir vida; sí, ya sé que el león se come a la gacela, pero come sólo porque tiene hambre, nunca por placer ni para acabar con la especie. En cambio los humanos somos destructivos por naturaleza y eso nos hace ser muy diferentes al resto de animales, con lo que una evolución de la especie procedente de un animal no parece muy cuerda ¿no? Ahora bien, hay testimonio científico de que fue así y no vamos a dudarlo, y además no nos compete así que no sé que hacemos hablando de eso. Retomemos: si el humano es capaz de destruir todo, ¿no será conveniente ejercer sobre él algún invento para tenerle controlado? Sí, claro, aquí arriba hay muchos centímetros cúbicos de capacidad, se pueden hacer muchas cosas, así que pensemos. Cuando en el campo hay exceso de insectos los humanos aplican una serie de insecticidas para llevarlos al fondo del huerto, no importa que luego dañen a otros humanos al comerse lo cultivado allí, el caso es producir. El caso es que eso es un mecanismo de control de la población de insectos, se los cargan y listos. Pues bien, para controlar al ser humano hay un invento infalible que hace dar vueltas al coco: el miedo a la muerte. ¿Quién sabe a ciencia cierta qué pasa después? Pues como lo único demostrado es que no pasa nada, confiemos en eso porque nadie ha escrito para contarlo. Aquí vendrían las parrafadas con las que podríamos llenar hojas y hojas de descripción de cómo fulanito tuvo una muerte temporal y experimentó cómo su cuerpo ascendía libre de peso hacia algún lugar de la mancha. Bueno, como no está demostrado nos callamos, y lo peor de todo es que creemos en ello.
Y qué mejor mecanismo de control de las personas que inventarnos que hay vida después de la muerte, y un cielo si eres bueno y un infierno si eres malo, y todo ello sumado a ciertas reglas de territorio compatibles con estos pensamientos del más allá. Es un filón. Es perfecto. Las personas viven dominadas por una irracional posesión divina, aunque sean malas se valen de una exculpación de gracia -a dios rogando y con...-, y de control sobre los demás. Y todo esto se esconde tras las garras de las religiones, las grandes perturbadoras de la vida, las enemigas del ser humano por sus guerras y las más sempiternas penas teatrales que conmueven el mundo. Y la pregunta sería muy interesante: ¿habríamos sido capaces de sobrevivir sin las religiones? No olvidemos nunca que la religión otorga un porqué en la vida del individuo y delimita el camino hacia mejor vida, y además y de suma importancia, no podemos olvidar el poder de destrucción del ser humano. ¿Serán dioses extraterrestres o terrenales?

17.8.05

horror

Cuando una de esas mentes sobrenaturales creó el horror lo primero que se le pasó por la cabeza fue la calma, después el desasosiego y por último la brillantez, agarró un alambre fino, largo y delicado y lo talló dándole una forma monstruosa. Le puso un par de dientes y lo llamó araña. Y, qué sarcástico, aquel horror resultó respetar la vida más que los seres como él y como esos a los que de igual forma hubo creado. Aquí vendría la pamplina de la costillita de no sé quién pero no, viene la teoría extraterrestre, quizá esos seres de mentes sobrenaturales hayan sido como nosotros, nos hayan modificado a su libre albedrío y en el fondo intervengan en ciertas acciones que podrían acabar con lo que hoy y de momento llamamos humanidad. Ciertas tragedias han tenido consecuencias repentinas, ¿preferimos creer en videntes psicólogos que se valen del azar y de su quehacer? ¿Por qué no porqué no? Soñemos.

16.8.05

Esperanza

Y en el filo del abismo imparable del precipicio, de la otra cara, de la del viento, y al ras de suelo en unas finísimas y largas hojas de plantas salvajes yacen unas uñas clavadas como estacas en el hormigón joven, raíces irrompibles que perduran pase lo que pase: las esperanzas. La maldad las puso ahí creyendo que caerían, queriendo que desaparecieran por siempre, y no, pues, las más de las veces, son buenas. Y nunca se dejarán abatir. Hasta que un día las libere alguien con el poder necesario.

15.8.05

Sin saber qué realmente pasó, lloramos. Por las víctimas del vuelo HCY 522 de Helios Airways, ese ínfimo numerito es lo que pone en los billetes de avión cuando te los dan y los entregas al subir, y qué ínfimo, y qué triste, y todo, sin saber lo que realmente pasó, y ni mucho menos, por qué tuvo que pasar.

final

Y si en los albores de la vida un padre abraza a su hijo tras su alumbramiento, en el ocaso de ella se abrazan juntos dando relevo a una vida que muere impasible.
Las nociones nos vencen, las excepciones también. Pero así como lo común nos marca algo desde lejos, de igual forma lo excepcional nos posee desde cerca.
Ayer en algún punto, en algún mundo, en uno de esos lugares en los que en cada momento está pasando algo y nos lo perdemos continuamente, en uno de tantos lugares donde pasan cosas, es decir a un centímetro más allá de donde me encuentro situado, incluso a pequeña escala y sin avanzar tanto sobre mi propia piel desde el gesto de algún microorganismo con vida, pasó lo común en el relevo. Un padre muere y es abrazado por su hijo, se despiden y una tormenta de lágrimas confirma el aforismo, comienza un huracán interior llamado dolor y pena, pena y dolor, sus nombres se intercambian segundo tras segundo mientras el alcohol amable hace su efecto.
Y yo no lloro, medito desde arriba, desde esa posición privilegiada que tienen los dioses pero sin sus facultades, por desgracia.
Observo.

Supongo que es ley de vida, que hay cosas que o se aceptan o se aceptan. Nadie puede imaginar cuál era la pena tranquila de ese chico, sólo él, sólo sus latidos, sus imágenes mentales de una vida que lo fue en sus días permaneciendo muy cerca de él en tantos momentos. Y quizá en el fondo de todo, y viendo lo cruel que puede llegar a ser la vida, y lo mala que puede ser la supervivencia disfrazada de manto social guay que conocemos, digamos que qué suerte. No por ver morir a su padre, no pretendo trasladar el horror de sus ojos y ni mucho menos describiré más sus gestos, sino por la situación, por la vejez, por el relevo. Hay muertes más dolorosas, repentinas, sin tiempo de despedirse y sin saber si habrá reencuentro, todos en el fondo damos por hecho que no. Y en esta queda implícito un relevo, una pena que se torna en alegría al comprenderlo, y no al digerirlo que nunca se hará en realidad. En ese relevo pervive la vida, y la vida queda viva, y se manifiesta en él, en su hijo. Suerte y ánimo. Los vientos hoy soplan poco, las lágrimas los han inundado. Una mirada y un mundo que ocurren en uno de tantos mundos que se extienden a cada paso. Vivamos nuestro propio mundo sin maldades, sin complejos, sin dudas.

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