20.8.05

el cielo

A veces miramos el cielo y vemos lo que vemos, su inefable azul cargado de vida, su vespertina capa grisácea y su lado oscuro al caer la noche. Y algunos de nosotros ven algo más. Las religiones desde el inicio de nuestras vidas nos enseñan a acordarnos de algo divino mirándolo, incluso estando en lugar cerrado por la techumbre hay quienes alzan la vista hacia lo alto, hasta hay quienes levantan el culo. Supondremos que todo esto se hace por la creencia en la existencia de algún dios que al parecer tiene o tuvo morada en el alto mundo. No en vano se dice que en el reino de los cielos tralará tralará, luego hay un reino, hipotético, claro. De él habría venido el hijo de dios, según la tradición cristiana, y se habría asentado entre nosotros como sumo benefactor; para que nos entendamos, habría sido una labor de ONG por lo menos, pero más transparente seguro. Hasta ahí lo que sabemos que parece atestiguado sobre esta tradición, después un guirigay de novela de mil padres, en la que incluimos los textos apócrifos tan denostados por el interés -como todo-, que nos relata miles de cosas y ese sendero cargado de altibajos en la historia de su existencia como empresa vitalicia que ha sabido proseguir y ganarse a los fieles de una forma envidiable. Pues bien, de más o menos igual forma el resto de religiones han sabido prosperar con publicidad, comecocos y torturas particulares, según sus épocas, y todas ellas tienen repetidos personajes, historias y lo que es más importante y de interés ahora, una base común: y esta base, que es de lo que estamos hablando aunque me haya ido por las ramas, es el cielo en su sentido divino, porque todo ello proviene de allí.
De igual forma que los humanos han sabido utilizar para su potencial una maravilla impactante de la naturaleza como es el cielo, quizá otros seres de afuera han podido utilizarla también. Démonos cuenta de que el cielo que se abre sobre nuestros ojos es una puerta infinita hacia otros lugares insospechados. A través de esta puerta podríamos cruzar el umbral del planeta, de la galaxia y qué sé yo. Y de la misma manera otros seres que hayan poblado otros mundos han podido o pueden hacer lo mismo. Y quizá estos seres sean o hayan sido dioses, y nunca la desfachatez de hijos de dioses, porque el hecho de que hace dos mil años se pudiera pensar que fueran hijos de dioses es absurdo. Para las gentes de aquella época todo eso sería hazaña de dioses, ni más ni menos, lo que pasa es que hubo una panda de listos que idearon tamaña tontería para dejar libre el pensamiento de las personas sobre un dios sobrenatural, inalterado y por supuesto nunca visto. Todos verían a su hijo, fiel reflejo de él en este planeta, pero nunca a él, ya se encargarían varias generaciones venideras de conservar el espíritu de lo divino y la memoria falsa de su hijo, de la que no vamos a hablar porque trae también cuerda y quizá otro día digamos algo.
Es posible que haya dioses entre nosotros, seres como nosotros que hayan cruzado la puerta y estén aquí, y también es posible que seres más avanzados que nosotros estén llegando continuamente para observarnos, y si llegan han de ser más avanzados que nosotros por haber inventado maquinaria más perfecta y capaz de viajar de esa forma. Es posible incluso que esa puerta no haya sido franqueada nunca y el viaje yanqui a la luna haya sido rodado en Islandia, es posible que los dioses que han visto algunas personas sean extraterrestres, y es posible que todo en el fondo sea un mecanismo de control.
De todos los animales que pueblan este planeta el ser humano es el único que es capaz de destruir vida; sí, ya sé que el león se come a la gacela, pero come sólo porque tiene hambre, nunca por placer ni para acabar con la especie. En cambio los humanos somos destructivos por naturaleza y eso nos hace ser muy diferentes al resto de animales, con lo que una evolución de la especie procedente de un animal no parece muy cuerda ¿no? Ahora bien, hay testimonio científico de que fue así y no vamos a dudarlo, y además no nos compete así que no sé que hacemos hablando de eso. Retomemos: si el humano es capaz de destruir todo, ¿no será conveniente ejercer sobre él algún invento para tenerle controlado? Sí, claro, aquí arriba hay muchos centímetros cúbicos de capacidad, se pueden hacer muchas cosas, así que pensemos. Cuando en el campo hay exceso de insectos los humanos aplican una serie de insecticidas para llevarlos al fondo del huerto, no importa que luego dañen a otros humanos al comerse lo cultivado allí, el caso es producir. El caso es que eso es un mecanismo de control de la población de insectos, se los cargan y listos. Pues bien, para controlar al ser humano hay un invento infalible que hace dar vueltas al coco: el miedo a la muerte. ¿Quién sabe a ciencia cierta qué pasa después? Pues como lo único demostrado es que no pasa nada, confiemos en eso porque nadie ha escrito para contarlo. Aquí vendrían las parrafadas con las que podríamos llenar hojas y hojas de descripción de cómo fulanito tuvo una muerte temporal y experimentó cómo su cuerpo ascendía libre de peso hacia algún lugar de la mancha. Bueno, como no está demostrado nos callamos, y lo peor de todo es que creemos en ello.
Y qué mejor mecanismo de control de las personas que inventarnos que hay vida después de la muerte, y un cielo si eres bueno y un infierno si eres malo, y todo ello sumado a ciertas reglas de territorio compatibles con estos pensamientos del más allá. Es un filón. Es perfecto. Las personas viven dominadas por una irracional posesión divina, aunque sean malas se valen de una exculpación de gracia -a dios rogando y con...-, y de control sobre los demás. Y todo esto se esconde tras las garras de las religiones, las grandes perturbadoras de la vida, las enemigas del ser humano por sus guerras y las más sempiternas penas teatrales que conmueven el mundo. Y la pregunta sería muy interesante: ¿habríamos sido capaces de sobrevivir sin las religiones? No olvidemos nunca que la religión otorga un porqué en la vida del individuo y delimita el camino hacia mejor vida, y además y de suma importancia, no podemos olvidar el poder de destrucción del ser humano. ¿Serán dioses extraterrestres o terrenales?

Comments:
Best regards from NY! »
 
Cool blog, interesting information... Keep it UP » »
 
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