16.8.05
Esperanza
Y en el filo del abismo imparable del precipicio, de la otra cara, de la del viento, y al ras de suelo en unas finísimas y largas hojas de plantas salvajes yacen unas uñas clavadas como estacas en el hormigón joven, raíces irrompibles que perduran pase lo que pase: las esperanzas. La maldad las puso ahí creyendo que caerían, queriendo que desaparecieran por siempre, y no, pues, las más de las veces, son buenas. Y nunca se dejarán abatir. Hasta que un día las libere alguien con el poder necesario.