23.8.05

solidaridad

Una vez en el bosque la conciencia reñía con la inteligencia sobre qué hacer con un terrible dilema de un ser que al final terminaría en desgracia. La inteligencia quería haber aplicado la lógica para convencer a la conciencia: sólo si el individuo hacía eso se mantendría a salvo. Y pediría ayuda a la mayor de todas las aliadas que se pueden tener, la fuerza. Pero la conciencia se había obcecado en su razonamiento de vida: andar limpia de mancha ante y sobre los demás, y no dudó un instante en recurrir al miedo para contrarrestar a la fuerza, consiguiéndolo, y además a la compasión, y además también a la novata solidaridad. Y así fue cómo la liebre se apareció de entre las ramas ante el lobo quedándose quieta y siendo abatida por este mientras el cervatillo corría a salvo.
Sed solidarios.

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