1.4.08

Poder


Hastiado del calor, el príncipe lo cogió de la roca sin ninguna dilación. Mientras el musgo recorría su cuerpo, emergía en palabras: refréscate ahora hasta que tomes la zona en que se encuentra mi vigía el ciempiés. Dos moralejas. La primera, que odio: "el poderoso toma lo que desea cuando lo desea y siempre se anda con cuidado". Y la segunda, que me encanta: "por mucho cuidadito que tenga no le va a salvar ni Perry, se lo merece".

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