12.9.06

sentir


Una flor se abre y con ella brota la ilusión de mirarnos, de ceder nuestros espacios, de compartir escenas de color y de sentir una vez más en nuestro interior la pasión que realza nuestras vidas.

Mil besos

Comments:
Esa pasión... es la que nos da fuerzas para todo lo que hagamos en la vida, que bueno leerte Ruben, te echaba de menos :)
 
La sensación agradable de leerte de nuevo tal vez sea capaz de iluminar esta tarde gris...

Mil besos para ti niño!!
 
MARELY y WILLOW:
Qué bueno que sean sensaciones agradables, yo también os eché de menos, a ver si os visito. Siempre hay una luz que nos puede iluminar y si no, pues al menos mostrarnos un camino. Muchos besos ;)


LIGEIA y RAPHAELA:
Por un segundo de consciencia y al ver a las dos musas enfrentadas en torno a mi cuerpo escuché el réquiem de las sombras. Sonaba como la más pura de las melodías helénicas, me hallaba en una nube de placer insostenible que tarde o temprano tenía que abandonar y destruir. Mientras mis gemidos se espaciaban por los lóbulos de la mordaz Ligeia y mi lengua recorría y tragaba el veneno de su saliva, contemplaba con lástima la mirada de Raphaela que humedecía una y otra vez sus labios disfrutando del momento de una parte, y de otra el tembloroso cuerpo de la ninfa de las sombras próxima al orgasmo me acercaba a un deseo extremo que se vio culminado con el crecer de sus colmillos bajo mi cuello. La de rostro angelical y alas de Inti aún sabedora de mi viaje hacia una muerte segura dejó disfrutar a su reflejo nocturno y cuando observó mi reacción exaltó a Oberón para ver cómo desaparecía con Ligeia adherida a mi cuerpo. Ambas desconocían que podía leer perfectamente su conversación telepática.

-Ahora... Me desequilibras con tu espada y quieres que te entregue al Poeta... ¡Algenib! ¡Decide ella o yo!..

Mi placer había decidido. Ante los dos seres más bellos del planeta y sin estar dispuesto a rehusar la tremenda invitación de la ninfa a su teatro de las sombras, aun con todo lo que ello suponía, y aun con la dulce mirada de Raphaela atenta a nuestro placer, ya había decidido. Mi situación lo requería. Después el sueño reparador llegó tras el declive de Cassiopea por el horizonte, podía sentir sus movimientos y su llamada de atención sobre mi estado, y dormí tranquilo sin haber sabido aún el gran peligro que llegué a correr en el teatro de lo absurdo de mi por entonces partenaire. Sentí placenteramente lo que no había sentido nunca, y durante toda la noche ardió mi piel en deseos de regresar y apoderarme de todo su imperio de la noche para hacerla mía. En mi pecho resonaba su nombre una y otra vez: había lanzado un conjuro de amarre al presentir mi inesperada huida y mi cuerpo extasiado lo rechazaba de continuo. Descansé hasta que me despertó una voz dulce y cálida como la que nunca había oído hasta entonces. No era capaz de asimilar cómo había sido posible que pudiera dormir sin verla.

-¡Algenib vamos! ¡Algenib! ¡Percibal nos espera!...

Me sobresalté, escuché las voces de las dos en un unísono pronunciar mi nombre, Ligeia reía desde las profundidades, Raphaela me observaba con una mirada abocada al rencor tal vez por no haber sido ella la elegida. Me sobresalté tanto que grité para mis adentros con tanta energía que mis hematomas desaparecieron al momento, en un primer deseo hubiera elegido el combate con aquel ser, pero conforme la miraba a los ojos me iba apaciguando con rapidez, todo en ella exhalaba paz y serenidad, en realidad la había conocido desde que abrí los ojos.

-¡Raphaela! ¡Tu mirada! ¡Tus ojos!...
-¡Nada Algenib!... ¡Estás delirando!...
-¡Tus ojos son iguales que los de Ligeia! ¡Ninómade tenía razón! ¡Sois hermanas!
-¡No! Ese viejo maltrecho no dice la verdad. Seguramente te debió mentir para que le dejaras tranquilo. ¡Él qué sabe! Ningún ángel eremita sería capaz de decir tantas atrocidades. ¡Ligeia es mi enemiga! Combatimos en las guerras de las marejadas y en las oceánicas, ¡un ángel que cae ya no se levanta! ¡Basta de absurdos! ¡Basta de farsas! ¿Quién eres tú y qué haces aquí?
-Eso mismo te debería preguntar yo a ti porque te recuerdo que tú me has buscado y encontrado. Te contestaré cuando llegue su momento y sólo te diré que he venido a este vuestro mundo porque una misión me ha sido encomendada. No intentes saber de quién proviene porque escapa a dioses y ángeles de este planeta vuestro. No temas, no voy a hacer nada malo, no tengo nada contra ti porque todo lo que oí es bueno. La bondad reside en tu mirada y yo soy un defensor del bien. Te necesito.
-Para tu información este es mi mundo, estas son mis alas, esta es mi espada con su temible espesor y te demostraré cuál es mi poder ¡si no me dices quién eres!
-Calma Raphaela. Te ha ocurrido demasiado y ahora que has recobrado tu fuerza te voy a recordar lo que pasó cuando cerraste tus laberintos. Ni Dostoievski ni Maupassant habrían creado un ser como tú.
-No es verdad, ¿qué sabes tú de mí? ¿Quién te has creído que eres estúpido poeta mortal?
-Soy yo... ¿Aún no me has reconocido?
-Te voy a matar ¡demonio!

La espada forjada en las tierras de los dioses de Taotoken se acercó hasta mi cuerpo a una velocidad sobrehumana, dirigida por sus dos brazos iluminados. El ángel me estaba atacando cuando había invadido mi aura por completo. Su poder era sublime. Su afán de rencor, venganza y olvido me inquietaron tanto que el miedo se apoderó de mi luz. Con un movimiento locuaz pude esquivar el excelente mandoble y desaparecí al momento cogido por las garras del emisario de un cercano y gran amigo mío, Betaphoenicis. En el viaje sólo me apetecía descansar y digerir lo que me estaba sucediendo.

Una vez alguien me contó historias sobre los hechizos terrestres, las influencias estelares, las composiciones químicas, las leyes físicas que no se daban en ninguna otra parte y en fin, maravillas de la universalidad y logros de su control por parte de determinados seres. Todo aquello visto desde el espacio suena demasiado raro y lejano, y además tosco y hasta vano. Nadie puede adquirir el poder de la luz si no ha nacido con ella, no hay mayor poder que el de la luminosidad. Me enseñaron a controlar la temperatura de los haces de luz, a gobernarlos, a reunirlos en derredor de mi estela para así poder iluminar los designios del universo. Y así millones y millones de estrellas recorren en su vida los espacios para aprender y enseñar, atacar y defender, controlar y descontrolar, vivir y morir. Y en las hazañas de algunas pocas con vida poco común, aquellas que consiguen hacer grandes viajes interestelares, galácticos o incluso planetarios en una transformación de su masa, radica la gloria según mi maestro. En mi tiempo de vida he conocido lugares dispares, las luces más potentes, los seres más poderosos y los más débiles del universo. Aprendí conceptos de la mano de mi maestro, los más importantes el bien y el mal, la única dualidad de todos los universos que no puede ser reprobada, y en base a su buen hacer me aleccionó acerca de lo justo. Me enseñó la fuerza, aquella que me habría de guiar por encima de cualquier obstáculo hasta más adelante, el poder de la luz blanca y azul, las más enérgicas, y me hizo el alumno aventajado con morada en la constelación de Pegaso.

Un amigo mío mandó un ave terrestre a por mí a este planeta, me rescató y me mandó a Betaphoenicis, allende el Fénix. Mientras me repuse leí el mensaje de mi maestro con vistas a mi misión en la Tierra. Me sentí muy débil. Nunca me había sentido así. Parece que la magia y el poder que tienen algunos seres de este planeta se me habían escapado de las manos. Nunca imaginé que en un planeta tan pequeño y con una vida anexa y dependiente de la propia de una estrella diminuta hubiera seres tan poderosos. Reconozco en parte mi culpabilidad: planteé mi misión sin estudiar a mis enemigos. Mi maestro no nombró ningún enemigo ¡en un planeta como este! La otra parte se adquiere y llega con la madurez y de ahí la intención y el resto de culpabilidad que le sobrevienen a mi maestro, quien no me informó de los distintos seres que pueblan esta tierra. Los ángeles y los demonios están en guerra, hay una raza superior al ser terrestre que campa a sus anchas y se aprovecha del resto, una raza enfrentada por enemistad, orgullo y diferencias, una raza que ha evolucionado hasta la creación de dos ramas iguales pero de distinto físico y apreciación. Los unos han conquistado parte de la tierra y los otros la otra, y entre ambos bandos sobreviven los auténticos seres de este mundo. Lo que domina sobre estas dos razas es un sentimiento expresado por unos cuantos en cada una de ellas, que tienen sus propios personajes que en verdad son más poderosos que el resto, y se llaman dioses, por ahora. Pronto serán historia entre los suyos.
 
Por un segundo de consciencia y al ver al poeta dormir en mis brazos mi cuerpo escuchaba el réquiem de las sombras latiendo desde su corazón. Sonaba como la más pura de las melodías helénicas, me hallaba en un placer insostenible que tarde o temprano tenía que abandonar y destruir. Mientras mis gemidos se espaciaban por la mejilla de Ligeia, Algenib le amaba y tragaba el veneno de su saliva, yo le contemplaba con dolor, ira, la mirada de esta ángel se humedecía una y otra vez mis labios disfrutando del momento de una parte, y de otra el tembloroso cuerpo de la ninfa de las sombras próxima al orgasmo se acercaba a un deseo extremo que se vio culminado con el crecer de sus colmillos bajo su cuello. Pero esta ángel jugó sus dos monedas de plata aún sabiendo que eran para costear mi armadura de mi viaje hacia una muerte segura, dejé disfrutar sus palabras que había escrito en mi cuerpo y cuando observó mi reacción exaltó a Percibal para ver cómo desaparecía... Ligeia adherida a su cuerpo. Ahora él me pertenecía en el la lucha de gigantes era a mí a quién amaba sólo que Ambas desconocíamos que podía leer perfectamente nuestra conversación telepática.

-Ahora... Me desequilibras con tus letras profundas y quieres que te entregue a Ligeia... ¡Algenib! ¡Decide ella o yo!..

Su placer había decidido. Ante los ángeles caídos y sin estar dispuesto a rehusar la tremendo atrevimiento de la Princesa de los actos moribundos a sus laberintos eternos, aún con todo lo que ello suponía, y aún con la mirada pecaminosa de la Diosa de Ébano Ligeia atenta a nuestro placer,
¡Espero que ya hayas decidido Algenib!...
La situación lo requería. Después de un sueño reparador por parte del poeta, que desprendía de angustía mi corazón, llegó tras el declive de Cassiopea por el horizonte, podía sentir sus movimientos y mi llamada de atención sobre su estado deporable, durmío tranquilo al menos sin haber aún el gran peligro que llegué a correr en el teatro de lo absurdo por liberarlo en aquel entonces. Sentí placenteramente lo que no había sentido nunca, y durante toda la noche ardió su piel en deseos de regresar y apoderarse de todo el imperio de la noche para hacerla su musa, su diosa, su amante. En mi pecho resonaba su nombre una y otra vez: había lanzado un verso perfecto, dando en todos mis puntos sencibles, presentía su inesperada huida y mi cuerpo extasiado lo rechazaba de común acuerdo pues mis alas me indicaban no enamorarme jamás... Descansé hasta que me despertó una voz dulce y cálida como la que nunca había oído hasta entonces. No era capaz de asimilar si era el escudero, hijo de mi Padre, o el Poeta de mis sueños, quien me había despertado era un secreto para mis oídos...
-¡Algenib vamos! ¡Algenib! ¡Percibal nos espera!...

Dió sobresaltos, escuchó las voces de las dos princesas pronunciar su nombre al despertar, Ligeia reía desde las profundidades, y yo le observaba con cierto temor, tal vez por no haber sido yo la elegida. Me sobresalté tanto que desperté llorando con tanta energía que mi voz enmudeció por un momento, en un primer deseo hubiera elegido el duelo con Ligeia pero era una de las mejores en jerga del medioevo y ya tenía uno con el Hijo del Quijote, y este se había inclinado debatir con ella, y esto se había planificado desde cuatro siglos, antes que mi Padre me diera el libre albedrío para conocer el mal, el temor, la oscuridad, el amor y el exilio...

-¡Raphaela! ¡Tu mirada! ¡Tus ojos!...
-¡Nada Algenib!... ¡Estás delirando!...
-¡Tus ojos son iguales que los de Ligeia! ¡Ninómade tenía razón! ¡Sois hermanas!
-¡No! Ese es un demonio... no dice la verdad y es más nunca la ha dicho por temor a sus sentimientos por esta ángel, Seguramente te debió mentir para que le dejaras morir en su faro-castillo. ¡Él qué sabe! Ningún ángel eremita sería capaz de decir tantas atrocidades. ¡Ligeia es mi enemiga! en las guerras de las marejadas me dió con sus hilos de plata ¡un ángel que cae ya no se levanta! ¡Basta de absurdos! ¡Basta de farsas! ¿Quién eres tú y qué haces aquí?
-Eso mismo te debería preguntar yo a tí porque te recuerdo que tú me has buscado y encontrado. Te contestaré cuando llegue su momento y sólo te diré que he venido por una misión me ha sido encomendada. No intentes saber de quién proviene la orden porque escapa a dioses a los ángeles y a los demonios de estos laberintos interminables, No temas, no voy a hacer nada malo ¿o quizás si? pero placentero, no tengo nada contra ti porque todo lo que oí es bueno. La bondad reside en tu mirada y ¡te necesito!-...
Estas son mis alas, esta es mi espada con el espesor de los dioses y te demostraré cuál es mi poder ¡si no me dices quién eres! ¡te daré un beso!
-Calma Raphaela. Te ha ocurrido demasiado y ahora que has recobrado tu fuerza te voy a recordar lo que pasó cuando cerraste tus laberintos. Ni Dostoievski ni Maupassant habrían creado un ser como tú.
- ¿Qué sabes tú de mí? ¿porque sabes mis historias? ¿Quién te has creído que poeta mortal quieres morir a besos acaso es esa la muerte que has planeado para tí?
-Soy yo... ¿Aún no me has reconocido?
-Te voy a matar ¡demonio!

La espada forjada en el mañana de los dioses de Taotoken en el hoy se acercó hasta mi cuerpo a una velocidad años-luz, dirigida mis brazos le atacaba cuando había invadido su aura por completo. Mi poder era sublime. Su afán de rencor, venganza y olvido se palarizaron y el miedo se apoderó de mi luz. Con un movimiento locuaz pude esquivar su coraza pués era eso lo que quería destruir mi espada, pero nunca entendió mis buenas intenciones...

Una vez alguien me contó historias sobre los pecadores y huyó , las influencias estelares, las composiciones químicas, las leyes físicas que no se daban en ninguna otra parte y en fin, las maravillas de los alquimistas no son para los seres humanos...
Todo aquello visto desde el cielo suena demasiado raro y lejano, Nadie puede adquirir el poder de la luz si no ha nacido con ella y los ángeles huyen por temor.
En mi tiempo de vida he conocido lugares imaginados, luces más potentes que el mismo sol, los seres más poderosos y los más débiles del universo. Te conocí a tí, aprendí a obedecer a mi padre y a mi maestro, los más importantes el bien y el mal, de tu mano jamás hubiera superado mi falta de energía, ahí estuviste aún cuando por lapsos dormitamos en el mismo sueño... Me sentí muy débil. Nunca me había sentido así. Parece que la magia y el poder que tienen algunos seres se me habían escapado de mis manos. Nunca imaginé que en un planeta tan diminuto y con una vida anexa siendo yo la flor vanidosa hubieran seres tan poderosos. Reconozco en parte mi culpabilidad: planteé mi misión sin estudiar a mis enemigos. Mi maestro no nombró ningún enemigo y yo creí en su palabra y veredicto... Los ángeles y los demonios están en guerra, y la raza humana se aprovecha del resto, enfrentada por enemistad, orgullo, amor...
Un día desperté llorando quise revelarme contra dios, tenía la inventiva, el don de las letras de Aida, pero el dolor se atravesó en mi saliva, y Algenib dormía...
Y no pude hacer nada por nosotros mismos...
 
Quería, antes que nada, felicitarte por el blog. Es la primera vez que entro y me voy encandilado por el brillo de tus palabras. Prometo volver para leerte con más tiempo y para saborear cada post.

Un abrazo desde Uruguay, con la esperanza de que las palabras nos duren para siempre.
 
Algenib...
No son mis alas de ébano, ni a tí a quién temo... nadie me teme porque sí, aún cuando hay quienes deseen mis alas apetitosas en este sitio...
Si retiro de mi haber la exquisitez y la exuberancia de mi belleza oscura, seguirá persistiendo de una y de otra renacerá una historia similar... Un alma pura se esconde tras mi faz de asesina, misteriosa y fría de mortales e inmortales sueños... El pudor es cosa de humanos y el miedo es un invento de mis demonios y todos juntos inventamos las historias de quienes se cuentan otras peores aún.
Pero tú y mi odio no van de la mano. Saldré de este aljibe y miraré la luz, si me prometes contar como sabes tantas cosas de mí, has pronunciado mi nombre en las tinieblas y me has reconocido sin temor alguno a que te destruya ¿Quien eres en realidad?
Algenib...
¿Cúando fué que me besaste y no me dí por enterada? hay algo en tí que me hes familiar...
 
Ha llegado el momento de sentirlo, felicidades!
 
LIGEIA:
Aprovechando mi espíritu renovado y estando bien cargado de fuerzas decidí emprender de nuevo mi particular noviciado hacia los infiernos pasando por la morada de la princesa para contestar sus preguntas. Parecía exaltada, presa de una ligera duda acerca de mi procedencia y por supuesto extrañada al verme con vida, pues pensaba que me habría convertido en uno de sus simples siervos mortales y que sus bestias carroñeras me habrían hecho migas de no ser por la de la espada de los dioses de Taotoken, y que aun habiendo sucedido eso el intenso veneno derramado en mí y salido por sus labios habría acabado conmigo. La ingenuidad extrema derivada de su gran poder le hubo llevado a pensar eso, en sí había sido mi adversario, mas sabía que ya no lo sería jamás. Su poder aun a sabiendas de lo trascendente que podía llegar a ser resultaba noble, como el suspiro de su mirada a cinco centímetros de la mía, como la exquisitez de su altanería al mandar sobre sus corsarios de la noche un ataque defensivo ante mi presencia y como la belleza exangüe que a cada paso hacía respirar al mundo. Mi deseo sería quedarme tan sólo un rato a ultimar algunos detalles aunque la velada se demoró demasiado, tanto que al salir de sus linajes no pude emprender el camino que me llevaría hasta Mordred, tal y como me dibujó en su plano el mórbido barbado de Raphaela, Percibal. Llegué hasta su territorio dibujando amenazas sobre sus bárbaros polichinelas que me rehuían, ¡parecía que era conocido por esos lares! El miedo de los infantes de las sombras se desdoblaba a mi paso, tenían miedo a la luz, miedo a su destino, miedo a la fatalidad de mi poder. Y mientras avanzaba hacia la hechicera, hacia la bruja de la especie femenina por su fulgor y hermosura susurraba para mis adentros los recuerdos de sus palabras pronunciadas por sus rojos labios sedosos. Entre el fango, el musgo y la arena me seguían juntos toneladas de seres nocturnos que no me quitaban sus ojos de encima. Poco a poco y según me repetía a mí mismo el por qué de sus palabras todo se iba haciendo más intenso, el terreno polvoriento, los seres me rodearon y frente a mí se halló la exuberante princesa de las noches. Sus siete sargentos endiablados volaron hacia un peñasco cercano sin perderme de vista y sus arlequines comenzaron a rodearme y con sus característicos gestos comenzaron a pronunciar una especie de rezo promovido por la princesa para engalanar la noche con uno de sus obituarios. Todo estaba preparado para que comenzara el espectáculo privado en su teatro, Oberón se asomaba para comenzar el primer acto de la noche, quedé sorprendido al ver que su tamaño había aumentado ¡como cinco veces más! Y mientras la diosa de ébano se concentraba cabizbaja y sus actores me arrediaban, gritó.

-¡Basta! Dejadnos solos. ¡Ya!

Y en unos instantes todo su séquito por completo a excepción de sus leales cuervos desapareció. Sus alas se plegaron y de dirigió a mí.

-No son mis alas de ébano, ni a tí a quién temo... nadie me teme porque sí, aún cuando hay quienes deseen mis alas apetitosas en este sitio...
Si retiro de mi haber la exquisitez y la exuberancia de mi belleza oscura, seguirá persistiendo de una y de otra renacerá una historia similar... Un alma pura se esconde tras mi faz de asesina, misteriosa y fría de mortales e inmortales sueños... El pudor es cosa de humanos y el miedo es un invento de mis demonios y todos juntos inventamos las historias de quienes se cuentan otras peores aún.
Pero tú y mi odio no van de la mano. Saldré de este aljibe y miraré la luz, si me prometes contar como sabes tantas cosas de mí, has pronunciado mi nombre en las tinieblas y me has reconocido sin temor alguno a que te destruya ¿Quien eres en realidad?
-Demasiadas preguntas juntas, Lady Ligeia.
-No sé. Te refugias en mí proclamando que no eres de este mundo, ¿qué te trae por aquí?
-¡Qué no ves que no brilla tu medallón hebreo! ¿Qué ha sido de la princesa de los sueños de Poe? ¿Qué te ha pasado? ¿Es la huella de Elizabetha la que te ha predispuesto a no disfrutar de tus juergas nocturnas? Antes cuando dormías te asimilabas a un ángel enamorada, tus alas sufrían grandes transformaciones en su dorso y tus labios eran coloreados por las ninfas de la misericordia.
-¡Todo lo he perdido!... He caído a un aljibe que es lo que ves, no hay luz a excepción de la tuya, mi vida ya no es lo que era antes. Mis libros no me complacen, hasta el punto que verlos arder en llamas es mi placer favorito... Estoy harta de que mis alas apetitosas sean deseadas en este sitio por tan desmerecedores amantes... Tengo hambre de estrategias y soberbias conjuntas... Estoy harta de estar despierta las mejores horas del día... Ayúdame Algenib.
-Lo haré, y a cambio me llevarás hasta los dioses endemoniados del averno.
-Y ¿sabes tú lo que es la felicidad? En el infierno tengo muy buenos amigos.
-No, nunca la he conocido como plena, dede ser como la luna vista de noche desde la Tierra, pero tú que bien la conoces me la enseñarás.
-Algenib... ¿Cúando fué que me besaste y no me dí por enterada? hay algo en tí que me es familiar...
-Me conoces desde siempre. Tu sabio poder me ha acechado en varias ocasiones, tu instinto, tu placer. No me vayas a decir ahora que todo fue uno de tus hechizos y que estuve con Elisabetha...
-No, fue con mi hermana Raphaela...
-¿Qué? Entonces... ¡Ninómade estaba en lo cierto! ¡Sois hermanas!
-He creado un espejismo para ti.
-Pero... ¿por qué?
-¡Para enamorarte!

Repentinamente creció de la nada una niebla tan espesa que cubría todo, hasta mi propio cuerpo, no se veía nada, al caminar hacia adelante y hacia atrás crujían restos de huesos en el suelo, mi asombro era de tal envergadura que de tanta sinrazón no pude evitar escuchar risas a uno y otro lado de arlequines que al momento desaparecían al mirarles, se movían a una velocidad de vértigo en derredor a mi cuerpo, y los graznidos por encima de mi cabeza me hacían presagiar lo peor: un nuevo conjuro de la más hermosa de las hechiceras. Pero resultó que no fue así, poco a poco se hizo la calma, el silencio se apoderó del lugar y las brumas se desvanecieron sin quedar ni rastro de la princesa de los fatales encajes ni de sus compañeros de vida. Se me abrió un camino a la derecha en mitad de un bosque que hubiese jurado no haber visto antes, parecía descendente, muy descendente conforme caminaba por él: Ligeia me había mostrado el camino.
 
RAPHAELA:
Niña de Alcatena:
Hoy he conversado con Lady Ligeia y he podido saber más de ti. Nunca pienses, como llegaste a pensar, que puedo hacerte daño, porque no puedo. Como ya te dije en más de una vez, soy un firme defensor del bien. Pero por ahora no te puedo decir a qué he venido a este mundo, sólo te diré que tuve que conocerte para que me protejas de alguien con quien no estoy preparado para mantener un duelo; cuando llegue el momento lo harás. También hay algo más relacionado contigo... bueno, te lo diré más adelante. Ahora, no llores por no haberte podido rebelar contra tu padre, no llores por Aida, ¡lo que pasó pasó! El dolor quedará atrás y llegarán otros tiempos, tiempos de paz. Serás la llave que abrirá la puerta a este mundo a una nueva era, la lucha de gigantes quedará atrás, guarda tus monedas de plata porque las tendremos que cambiar por algo que no sea material.
Duerme tranquila, niña.
 
FEFO:
Muchas gracias fefo, me daré un paseo por tus escritos :)

NAJWA:
Siempre es un buen momento para sentir la pasión ;)
 
Sabía que me conocías demasiado Poeta, pero yo te contaré una historia de ángeles que gimen al dolor y otros que aman y no saben que es sentimiento y huyen... Nací presa de la ira, presa de una ligera duda acerca de mi procedencia y por supuesto extrañada al verme con vida, pues pensaba que me habían convertido en una diosa malvada y que mis bestias carroñeras me habrían hecho trizas de no ser por la de la espada de los dioses de Taotoken... ahora me pertenecen... y que aún habiendo sucedido eso el intenso veneno derramado en mí y salido de mis labios habría acabado conmigo... La ingenuidad extrema derivada de mi gran poder le hubo llevado a pensar eso, en sí había sido mi adversaria un ángel caído, mas sabía que ya no lo sería jamás. Su poder aún a sabiendas de lo trascendente que podía llegar a ser resultaba noble, como el suspiro de su mirada a cinco centímetros de la mía, ¡a quien quieres engañar le dije a Ninómade sé perfectamente que no me amas! sé que eres un inhumano capaz de asesinar, no sabes amar, y te escudas en Dios, Vociferaba... como la exquisitez de mi altanería al mandar sobre mis corsarios de la noche un ataque defensivo ante su presencia y como la belleza la poseo a cada paso hacía respirar al mundo... tengo un olfato, muy fino y sé como son los sentimientos... Mi deseo sería quedarme tan sólo un rato a ultimar algunos detalles aunque la velada se demoró demasiado, tanto que al salir de mis linajes no pude emprender el camino que me llevaría hasta Mordred, tal y como me dibujó en mi plano el mórbido súbdito de Raphaela, Percibal. Llegué hasta mi territorio de princesas oscuras dibujando amenazas sobre mis bárbaros polichinelas que me escuchaban, ¡parecía que me eras conocido! El miedo de los infantes de las sombras se desdoblaba a mi paso, tenían miedo a la luz, miedo al ver mi tránsito, miedo a la fatalidad de mi poder. Y mientras avanzaba hacia el escribano, un ángel me salió de improviso... susurraba para mis adentros los recuerdos de sus palabras pronunciadas por sus alas de ninfa ¡era poderosa!. Entre el fango, el musgo y la arena me seguían juntos toneladas de seres celestiales que no me quitaban sus ojos de encima. Poco a poco y según me repetía a mí misma el por qué de mis palabras escandalizan, todo se iba haciendo más intenso, el terreno polvoriento, los seres me rodearon y frente a mí se halló el ángel de los actos moribundos. Sus santos doblaron hacia un peñasco cercano sin perderme de vista y sus arlequines comenzaron a rodearme y con sus característicos gestos comenzaron a pronunciar una especie de rezo promovido por el ángel dramaturgo para engalanar la noche con uno de sus rezos que me originaban espasmos. Todo estaba preparada para que comenzara el espectáculo privado en mi teatro de las sombras ¡a quí no se mueve ni un personaje si yo lo autorizo!, Oberón se asomaba para comenzar el primer acto de la noche, quedé sorprendida al ver como contemplaba al ángel, la deseaba no quedaba ninguna duda ¡como la observaba! Y mientras el escribano no daba prenda ni decía donde estaba su castillo, si su pluma fué mía alguna vez en mis sueños de féretro, se concentraba cabizbajo y sus actores me arrediaban, gritó.

-¡Basta! Dejadnos solos. ¡Ya!

Y en unos instantes todo su séquito de literatos completo a excepción de sus leales escribanos desapareció. Sus letras se plegaron y de dirigió a mí.

-No son tus alas de ébano, ni a tí a quién temo... nadie me teme porque sí, aún cuando hay quienes deseen tus alas apetitosas en este sitio...
La exquisitez y la exuberancia de tu belleza oscura, seguirá persistiendo de una y de otra renacerá una historia similar... pero ninguna será como esta...
Un alma pura se esconde tras tu faz de asesina, misteriosa y fría de mortales e inmortales sueños y tragedias conjuntas... El pudor es cosa de humanos y el miedo es un invento de tus demonios y todos juntos inventamos las historias de quienes se cuentan otras peores aún y tú las escribes en tu bitácora y la haces famosas,
Pero tú y mi odio no van de la mano. Saldré de este aljibe y miraré la luz, si me prometes contar como sabes tantas cosas de mí, has pronunciado mi nombre en las tinieblas y me has reconocido sin temor alguno a que te destruya ¿Quien eres en realidad?
¡habla de una vez escritor! ¡porque has visto mi rostro!...
-No sé. Te refugias en mí proclamando que no eres de este mundo, ¿qué te trae por aquí?
-¡Qué no ves que no brilla tu medallón hebreo! ¿Qué ha sido de la princesa de los sueños de Poe? ¿Qué te ha pasado? ¿Es la huella de Elizabetha la que te ha predispuesto a no disfrutar de tus juergas nocturnas? Antes cuando dormías te asimilabas a un ángel enamorada, tus alas sufrían grandes transformaciones en su dorso y tus labios eran coloreados por las ninfas de la misericordia.
-¡Todo lo he perdido!... He caído a un aljibe que es lo que ves, no ves que mi ángel no me ama y no haya como excusarse... no hay luz a excepción de la tuya, mi vida ya no tiene sentido. Mis libros no me complacen, hasta el punto que verlos arder en llamas es mi placer favorito... Estoy harta de estar despierta las mejores horas del día... ¡Ayúdame Algenib!.
-Lo haré, y a cambio me llevarás hasta los dioses endemoniados del averno.
-Y ¿sabes tú lo que es la felicidad poeta? En el infierno tengo muy buenos amigos y saben de mi dolor y lo disfrutan...
-No, nunca la he conocido como plena, debe ser como la luna vista de noche desde la Tierra, pero tú que bien la conoces me la enseñarás y a cambio me besarás en la boca...
-Algenib... ¿Cúando fué que me besaste y no me dí por enterada? hay algo en tí que me es familiar, si me besas de nuevo reconoceré tu saliva...
-Me conoces desde siempre. Tu sabio poder me ha acechado en varias ocasiones, tu instinto, tu placer. No me vayas a decir ahora que todo fue uno de tus hechizos y que estuve con Elisabetha...
-No, fue con mi hermana Raphaela...
-¿Qué? Entonces... ¡Ninómade estaba en lo cierto! ¡Sois hermanas!
-He creado un espejismo para ti.
-Pero... ¿por qué?
-¡Para enamorarte!
Todo está confuso, el escritor es quien sabe más de mí que yo misma, trataré de ser cautelosa... adelante y hacia atrás crujían restos de huesos en el suelo, su asombro era de tal envergadura que de tanta sin razón no pude evitar escuchar risas a uno y otro lado de arlequines que al momento desaparecían al mirarles, se movían a una velocidad de vértigo en derredor a mi cuerpo hecho fuego, y los graznidos por encima de mi cabeza me hacían presagiar lo peor: un nuevo conjuro le había dado de beber en la boca. Pero resultó que no fue así, poco a poco se hizo la calma, el silencio se apoderó del lugar y las brumas se desvanecieron sin quedar ni rastro del escritor ¡y el ángel! ¿dónde está? fatal es su amor, aniquila a los que ama, pero les ama... es el castigo por apoderarse de los laberintos de Alcatena... estaban escritos en sangre...
Se me abrió un camino a la siniestra en mitad de un bosque encantado que hubiese jurado haberlo visto antes, parecía descendente, muy descendente conforme caminaba por él...
Estos son mis terrenos, te mostraré el camino Poeta, quiero que reveles tu identidad ¡de una vez por todas!...
 
Te encanta desaparecerte verdad? nada mas se te ve aqui en tu blog, no se nos pierda, sale? besos!!
 
No, como una flor no.

Las flores nacen y luego mueren.

Que sea entonces como un amanecer, con la intensidad de su resplandor que se apaga sólo para volver a emerger, a su tiempo.

Besos.
 
cortito el post, pero lleno de sensaciones, cada palabra me movio, escribe mas a menudo...
 
Donde quedaste mi querido Ruben? ya es el tercer escrito donde te busco y te busco y no te encuentro... :( muy ocupado?
 
Sabía que no revelarías finalmente tu identidad Poeta, y más aún que tomarías otro receso al observar la luna... Te conté una historia de ángeles que gimen al dolor y otros que aman y no saben que es ese sentimiento y huyen... No cualquiera es un coleccionador de espantapájaros, y más aún posee un teatro de sombras en la interperie, presa de una ligera duda acerca de mi procedencia y del amor incestuoso de Poe extrañada al verme con vida aún, pues sabía que me habían convertido en una diosa de ébano y que mis gárgolas me habrían hecho pedazos de no ser por lo pervertido que pueden llegar a ser los cuervos, que comunican a las tinieblas que otro muerto es recluído ... ¡ahora me perteneces! ¡espíritu!, ¡rie Caronte al transitar por las aguas!... y que aún bebiendo el intenso veneno derramado en mí y salido de mis labios que hace la muerte más apetitosa, le aniquila fébril y suave... La ingenuidad extrema derivada de mi gran poder le hubo llevado a pensar a los ángeles, en sí había sido mi adversaria una Princesa de los actos Suicidas, más sabía que ya no lo sería jamás... El amor por Ninómade se había extinguido, a sabiendas de lo trascendente que podía llegar a ser un corazón herido, como el suspiro de su mirada a cinco centímetros de la mía, ¡a quien quieres engañar le dije a Ninómade sé perfectamente que no me amas! sé que eres un inhumano capaz de asesinar, no sabes amar, y te escudas en Dios, Vociferaba... como la exquisitez de mi altanería al mandar sobre mis corsarios de la noche siniestra... Me complacía despertar a Algenib con un beso... un ataque exquisto y corpóreo ante su presencia y como la belleza la poseo a cada milésima, hacía respirar al mundo la palabra DESEO... tengo un olfato, muy fino y sé como son los sentimientos anarquistas... Mi deseo sería quedarme tan sólo un rato a ultimar algunos detalles aunque la velada se demoró en demasía, tanto que al salir de mis encajes negros no pude emprender el camino que me llevaría hasta Algenib, tal y como me dibujó en mi plano el mórbido súbdito de Raphaela, Percibal, Llegué hasta su territorio de Poetas Gigantes... Reconocí a Cortázar de inmediato y me guiñó el ojo... oscuras dibujando amenazas sobre mis bárbaros polichinelas que me escribía Cervantes,
-¡parecía que me eras conocida!-
dijo Hesse al verme desnuda, El miedo de los infantes de las sombras se desdoblaba a mi paso, tenían miedo a la luz, miedo al ver mi tránsito, miedo a la fatalidad de mi poder. Y mientras avanzaba hacia el escribano, un demonio salió de improviso... los recuerdos de sus palabras, ¡te quiero! ¡no te amo!... ¡era poderoso!. Entre el fango, el Teatro y las sombras me seguían juntos toneladas de escritores que no me quitaban sus ojos de encima. Poco a poco y según me repetía a mí misma el por qué de mis palabras escandalizan.... trataba de recordar a Algenib y como llegó en el momento oportuno..
le preguntaré al oráculo cíclope si es Algenib... es quién....
todo se iba haciendo más intenso, el terreno de letras, los seres literarios me rodearon y frente a mí se halló él... recitando los siete pecados capitales... Sus letras rugieron hacia un peñasco cercano sin perderle de vista y sus prosas comenzaron a rodearle y con sus característicos gestos comenzaron a pronunciar una especie de rezo promovido por el ángel dramaturgo para engalanar la noche en que ella próxima al suicido vió sus letras con lágrimas en sus ojos... con uno de sus rezos, que ella misma originó. Todo estaba preparado para que comenzara el espectáculo en mi teatro de las sombras ¡a quí no se mueve ni un personaje sin que yo lo ordene!, Oberón se asomaba para comenzar el primer acto de la noche prohibida, quedé sorprendida al ver como el escritor y el ángel se consolaban mutuamente, deseaba un cuervo así de complaciente uno que me besara en los labios al caer la noche... ¡como les observaba! Y mientras el escribano no daba prenda ni decía donde estaba su castillo, si su pluma fué mía alguna vez en mis sueños de féretro, me ardía en los huesos la idea de un amor puro...

¡Basta! Dejenme sola!...

Y en unos instantes todo mi séquito de cuervos completo a excepción de Oberon desapareció.
El amor me había dado las primeras heridas... Y era perverso el estado del enamoramiento...

-No son tus alas de ébano, ni a tí a quién amo...
nadie ama porque sí, aún cuando hay quienes te deseen en este infierno...
La exquisitez y la exuberancia de tu belleza oscura, seguirá persistiendo de una y de otra renacerá una historia similar... pero ninguna será como esta...
Un alma pura se esconde tras tu faz de asesina, misteriosa y fría de mortales e inmortales sueños y tragedias conjuntas... El amor es cosa de humanos y el olvido es un invento de tus demonios y todos juntos inventamos las historias fatídicas de quienes se cuentan y otras peores aún... que se inmolan y tú las escribes y la haces famosas-

.. Salí de este aljibe y miré tu luz, ¡cuéntame! como sabes tantas cosas de mí, has pronunciado mi nombre en las tinieblas y me has reconocido sin temor alguno a que te destruya ¿Quien eres en realidad?
¡habla de una vez escritor! ¡porque has visto mi rostro!...
Este es otro cantar...
Soy... Quien siempre debí...
¡Qué no ves como brilla mi medallón hebreo! Soy la princesa de los sueños de Poe... cuando duermo simulo ser un ángel, mis alas estÁn renovadas, ya no hay heridas en mi dorso y mis labios son coloreados por las ninfas de la misericordia.
¡No he perdido nada!...
Mis libros han sido abiertos...
¡Algenib me has liberado!-
Y ¿sabes tú lo que es la felicidad poeta? En el infierno tengo muy buenos amigos y saben de mi RENACER y les ANIQUILA...

¿Conoces la luna llena?...

-No, nunca la he conocido como plena, debe ser como la luna vista de noche desde la Tierra, pero tú que bien la conoces me la enseñarás y a cambio me besarás en la boca.-

Algenib... me has besado y no recuerdo cuantas veces... hay algo en tí que me es familiar, si me besas de nuevo reconoceré tu saliva...

-Me conoces desde siempre. Tu sabio poder me ha acechado en varias ocasiones Ligeia..
tu instinto fiero, tu placer. No me vayas a decir ahora que todo fue uno de tus hechizos y que estuve con otra-...

...No, fue con mi hermana Raphaela...

-¿Qué? Entonces... ¡Ninómade estaba en lo cierto! NO SE PUEDE AMAR UN ESPEJISMO...

He creado una HISTORIA para ti poeta y te la regalo...

-Pero... ¿por qué?-

¡Para saber que es el amor!
y he huído...

...Todo está confuso, el escritor es quien sabe más de mí que yo misma, trataré de ser cautelosa... Podría ser un Dios Pagano este Algenib y ni cuenta me daría de su estirpe... unas estrellas se movían a una velocidad de vértigo en dirección a mi cuerpo hecho fuego, y la luna por encima de mi cabeza hacían presagiar la nueva buena: un nuevo conjuro le había dado de beber en la boca. Pero resultó que no fue tan cierto, poco a poco se hizo el alba, el silencio se apoderó del lugar y la luna se quedó dormida, se desvanecieron sin quedar ni rastro del escritor ¡y el ángel! ¿dónde está? fatal resultaba la palabra amor, aniquila a los que ama, pero les ama... es el castigo de ser la Princesa de las Sombras... estaba escrito en mi sangre...
Se me abrió un camino a la siniestra en mitad de un cielo encantado, que hubiese jurado haberlo visto antes en una de mis pesadillas de niñita princesa, parecía descendente, muy descendente conforme caminaba por él y tenía miedo...
Estos son tus terrenos, te mostraré el camino Ligeia, quiero que cuando crezcas seas una Princesa Mala... La más letrada...
Me decía Poe antes de quedar dormida al alba...
Algenib comenzaba a escribir una historia y un ángel le seguía las huellas...
 
Pues disfruta de ese momento, niño.
Muchos besos
 
MARELY:
Y bien desaparecido, y con mucha razón que llevas, muuu ocupao. Lo siento!!! A ver si escribo más, ¡y visito! ;)

MININA:
las pasiones y los amaneceres también nacen y mueren!! Pero el amanecer del que tú hablas segurito que no ;)

AY NO SÉ:
Llenito de sensaciones, cargado a más no poder de mensajes, me encanta que te haya encantado. Escribiré más!! ;)

NAJWA:
De las pasiones tenemos que disfrutar todos, y por pasión entendemos lo que estamos imaginando y también hacer ganchillo o jugar al voleibol... ¿no? Gracias por seguir asomándote por aquí y comentar ;)
 
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