19.11.04

citas

En la televisión había unos pseudointelectuales que se creían que sabían mucho, tanto es así que nos lo hacen creer, y me pregunto ¿quiénes se han creído que son? Da pena oírles hablar. No les afecta el cosquilleo del directo, el millonazo de ojillos puestos en las arrugas y demás defectos de sus maquillados rostros parece pasar desapercibido ante sus enunciaciones que no son más que eso. Oyen voces de sus compatriotas asintiendo con la cabecita con la mirada clavada en un punto fijo: los ojos del interlocutor y compa?ero de tertulia. Y esto lo consiguen y nos hacen creer que están a todo, pese a que sus mentes están recordando aquel párrafo que se aprendieron de memoria mientras iban de camino al estudio en taxi pagado. Sí, aquel párrafo que, como tantas y lamentables otras veces ya habían usado en otros espacios televisivos, radiofónicos, periodísticos y humanos. Aquel en el que rememoraban a un autor de algo, a un yo qué sé, sea famoso, sea un clásico, ya podrá ser desde Homero y no creo que ninguno antes hasta Joaquín Prat o el empresario Pocholo, que hay que tener güevos pa comprarle. Se miran mientras el uno parece que habla con el otro, largan su parrafada esperando una interrupción cuando la calvicie del otro deja de subir y bajar en ascensor y callan pensando en cuál será el siguiente; vaya, han citado a Góngora. Ahora a Hugues, otrora a Ronaldinho. No se cansan, madre mía cuánto han leído estos tipos que se han aprendido lo que decían estas otras gentes, y cuántos y cuántos, de El Bierzo no deben ser, sin ofender que sólo era un ejemplo, podría haber dicho Móstoles, ya puestos. Se miran y se intercambian el planeado turno, desconocen lo que significa la palabra escuchar, no les entran sudores ni con los focos porque sólo piensan en una cosa, tan sólo rescatan de sus cerebros a más y más personajes que citaban algo y que aunque no vengan a cuento quedan bien. El programa tiene audiencia y un toque intelectual. Se habla de él en la sala El Sol, en la Fnac, en el Café Gijón, no me lo creo. Sus carteritas negras se han extendido a todos sus amigotes -hay miles de esnobistas-, y sus gafas de pasta les dan un toque bohemio, y unido todo a unos zapatos de vanguardia de Zara con una camisa de seda oscura y el cuarto de bote de gomina en un pelo ligeramente despeinado según las tendencias de Cosmopolitan lo clavan: son el futuro, y además está ahí como dicen los anuncios de afíliate a las fuerzas armadas. Y la verdad es que a decir verdad me ponen de muy mala hostia. Estoy hasta los cojones de ver cómo salen licenciados en periodismo con faltas de ortografía irreversibles, en los periódicos falta calidad a la hora de redactar y se ven fallos sintácticos porque los de puntuación me los salto, estos de la tele no saben hablar improvisando y todos ellos me recurren a la mierda de las citas, y si no a los latinajos, que también se han puesto muy de moda pese a que ni Cristo sabe nada de latín. Un respeto, por favor, que nadie se ría apuntando lo que dice Ronaldinho para luego escribirlo, y tampoco creo que para hacer un buen periodismo haya que recurrir a todo lo que recurren nuestros periodistas, esos cultos y repipis amigos que cada día aparecen para ganar dinero nuestro como intelectuales cuando en realidad son una panda de papanatas. ¿He dicho ya que en un futuro estudiaré periodismo?

Comments:
Where did you find it? Interesting read » »
 
Publicar un comentario

<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?